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FERNANDO J. LUMBRERAS
El artista venezolano LEONARD GARCÍA nos entrega una de sus piezas más íntimas y potentes hasta la fecha con su nuevo sencillo “A Mi Guerra”, una canción que nos sumerge en la complejidad de las relaciones humanas, los ciclos emocionales y el eterno retorno a lo que verdaderamente somos. Con una producción austera pero profundamente emocional, piano y voz se entrelazan para dibujar el mapa sonoro de una guerra interna que todos, en algún momento, hemos librado.
La historia detrás de “A Mi Guerra” es tan intensa como su interpretación. El tema fue concebido en 2011 durante un viaje que comenzó en Taiwán y culminó en el corazón de Venezuela, pero no fue hasta ahora que encontró su forma definitiva. Grabada en el estudio del reconocido músico Charlie Páez, pianista y trombonista de Mau y Ricky, la canción se sostiene sobre una estructura minimalista que enfatiza el silencio, el espacio y la repetición melódica como metáforas de los ciclos emocionales que se repiten sin cesar.
“A Mi Guerra” nace de una experiencia personal: el deseo de escapar de una relación conflictiva hacia un nuevo amor, que acaba también en decepción. Al final, el retorno a la relación original se convierte en una lucha interna, un conflicto entre lo conocido y lo incierto, entre el dolor familiar y el miedo a lo nuevo. Es la representación sonora de una batalla que no se libra afuera, sino dentro de uno mismo.
Leonard lo resume con claridad: “El sonido del piano tiene algo muy particular, sobre todo porque hay una repetición, un tin tin tin al inicio y al final que marca ese regreso. Es como un recordatorio de que, en la vida, aunque queramos escapar, siempre estamos regresando a lo que somos”. Es esa frase la que encapsula el alma de la canción y la convierte en un testimonio emocional universal.
Con este lanzamiento, LEONARD GARCÍA no solo comparte una canción, sino un capítulo esencial de su evolución artística. “A Mi Guerra” forma parte de un disco que ha sido gestado a lo largo de años, y que ahora empieza a ver la luz. Esta pieza es más que un sencillo: es un puente entre el pasado y el presente del artista, y una invitación a todos a mirar hacia adentro, a enfrentar nuestras propias guerras.
El mensaje es claro: la guerra emocional no siempre es destructiva; a veces es la única forma de reconstruirnos. Leonard nos recuerda que, incluso cuando intentamos huir, siempre volvemos al punto de partida, y en ese regreso se esconde la posibilidad de redención.
