Tiempo de lectura aprox: 1 minutos, 20 segundos
En la historia de la música, son varias las agrupaciones y solistas que deciden mirar a la raíz como fuente de inspiración para crear algunas de sus mejores obras, pues justo en el inicio de su historia, se reencuentran con las claves que les llevaron a dedicar su corazón y vida a escribir canciones.
El caso más reciente de esta filosofía creativa es Daniela Spalla, quien con su más reciente álbum, ‘DARA’, mira al pasado con tal de abrazar las primeras pasiones que la condujeron a convertirse en una de las cantautoras con mayor proyección en Latinoamérica.
Al respecto, Daniela nos cuenta:
“Cuando empecé a grabar este disco, tuve la sensación de que era una oportunidad perfecta para complacer a mi yo adolescente, haciéndole honor a mi primera fantasía musical que era hacer pop. Es un género que siempre me gustó y escuché, pero cuando empecé a estudiar música, particularmente jazz, mi mente se fue llenando de prejuicios hacia el pop”.
Y continúa: “me sentía cómoda vistiendo mis melodías más luminosas con arreglos y ambientes más oscuros, pues el brillo y la estridencia me parecían de mal gusto. A veces escuchaba pop, pero no se lo decía a nadie, pues me daba cierta pena que se asomara esa parte de mí. Sin embargo, con el paso de los años quise recuperar el orgullo y respeto por los sonidos que encendieron mi amor por la música. ‘DARA’ ha sido un camino largo de desaprender y derribar prejuicios. Llegó la hora de hacerle justicia a la música de mi juventud y dejar de esconderme. La idea es clara: este disco es para correr el velo y quitar los filtros”.
Temas como “Canciones Tristes”, “Flores”, “Besos Y Pendientes”, “La Carta” y “Calle Sin Salida”, son el ejemplo perfecto de una artista plena y liberada, capaz de dominar un estilo que ama e interpreta como pocas.
A este despliegue de grandes sencillos, se agrega hoy “Aceleré”, canción que fue elegida para acompañar el estreno de ‘DARA’. En esta ocasión, Spalla recurre al combo acústico-pop que tantos himnos dejó en los años noventa, pero con un twist particular en la interpretación y el ritmo (cuyo beat de pronto coquetea con el reggaetón), hecho que le otorga frescura y vigencia a la pieza, remarcando una de las grandes cualidades de la compositora argentina: su capacidad para fusionar estilos hasta obtener algo único.