Moldes para repostería que también sirven para hacer helados caseros

Hay quienes piensan que los moldes para repostería solo sirven para hacer magdalenas, bizcochos o flanes. Pero la verdad es que muchos de estos moldes pueden tener una segunda vida muy útil en verano: hacer helados caseros. Sí, así como lo lees. Sin necesidad de comprar moldes específicos para polos o aparatos sofisticados, puedes aprovechar lo que ya tienes en la cocina para crear postres fresquitos que te salven del calor.

Si tienes moldes de silicona, estás de suerte. Este tipo de material es resistente al frío y al calor, lo que los convierte en una opción comodísima tanto para hornear como para congelar. Pero incluso los moldes metálicos o de plástico rígido pueden servir, siempre que no se deformen con las temperaturas bajas y que permitan desmoldar con facilidad. Así que antes de ir corriendo a por moldes nuevos, vale la pena revisar qué hay ya en tus cajones.

Lo que hay que tener en cuenta antes de usarlos para congelar

No todos los moldes funcionan igual. Los de silicona tienen la ventaja de que se pueden manipular fácilmente, y al ser flexibles, sacar el helado o el polo es mucho más sencillo. No se te queda pegado, no se rompe, y además se limpian en un momento. En cambio, los metálicos pueden dar algo más de guerra al desmoldar si no los has dejado reposar unos segundos fuera del congelador.

Una buena idea es mojar el molde por fuera con agua caliente durante unos segundos. Ese pequeño cambio de temperatura hace que el helado se despegue con facilidad, sin necesidad de hacer fuerza. Otra opción, especialmente útil con moldes más grandes, es colocar un trozo de papel vegetal antes de verter la mezcla, para facilitar el desmoldado.

En cuanto al tamaño, depende del tipo de helado que quieras preparar. Si vas a hacer polos, busca moldes más alargados o con compartimentos pequeños. Si te animas con un semifrío o una tarta helada, cualquier molde para bizcocho puede servirte perfectamente. Incluso los de magdalenas pueden ser útiles si los usas para porciones individuales.

Ingredientes básicos para empezar a hacer helados caseros

Hacer helados caseros no tiene misterio. Puedes irte a lo sencillo o a lo gourmet, dependiendo del tiempo y las ganas que tengas. Para una base rápida y rica solo necesitas nata para montar, leche condensada y algún sabor: cacao, frutas trituradas, vainilla, café, lo que tengas por casa. Lo mezclas bien, lo viertes en el molde, y al congelador.

Si prefieres algo más ligero, el yogur natural o griego es tu mejor aliado. Lo puedes combinar con frutas como plátano, fresas, mango o arándanos. Si le echas un chorrito de miel o sirope de agave, tendrás un polo cremoso y con el punto justo de dulzor. Y si además tienes moldes para repostería de formas divertidas, como corazones o estrellas, aún mejor. Los niños (y los no tan niños) se lo van a pasar en grande.

Otro truco interesante es usar frutas enteras o en trozos dentro del molde. Por ejemplo, puedes poner rodajas finas de kiwi o fresas en las paredes del molde y verter encima una mezcla de yogur con frutas. Al congelarse, queda un efecto visual muy chulo y el sabor es una pasada.

Otras ideas para reutilizar tus moldes

No hace falta limitarse a los helados clásicos. Con los mismos moldes puedes hacer cubitos de hielo con un toque especial. Prueba a congelar agua con menta, rodajas de limón, o incluso café, para enfriar tus bebidas sin aguar el sabor. También puedes hacer mini tartas frías, tipo cheesecake, usando moldes para muffins. Solo necesitas una base de galletas trituradas y mantequilla, y una mezcla de queso crema con azúcar, nata y el sabor que prefieras. Congela y listo.

Los moldes para repostería también sirven para hacer pequeños snacks helados. Mezcla frutos secos, chocolate fundido y cereales, colócalos en el molde y congela. En menos de una hora tendrás bocados energéticos que aguantan días en el congelador y son perfectos para media tarde.

Incluso puedes hacer helados salados. Por ejemplo, una mezcla de queso crema con hierbas, tomate seco y un toque de ajo, congelado en moldes pequeños, puede usarse como acompañamiento para una tabla de quesos o para untar sobre pan tostado. En verano, este tipo de ideas frescas se agradecen.

Ventajas de aprovechar lo que ya tienes

Tener que comprar utensilios específicos para cada cosa es un lío y un gasto innecesario. Los moldes para repostería, si sabes cómo sacarles partido, pueden cubrirte en muchas preparaciones diferentes. Y si además te metes en el mundo de hacer helados caseros, te vas a dar cuenta de que no hay límites: sabores, texturas, formas… puedes innovar todo lo que quieras sin salir de casa.

Además, preparar helados tú mismo te da el control total sobre los ingredientes. Si eres intolerante a la lactosa, si no tomas azúcar, o si simplemente quieres evitar conservantes y colorantes artificiales, es tan fácil como adaptar la receta. Puedes hacer desde polos veganos con leche de coco hasta helados sin gluten con plátano congelado como base. No necesitas ser chef para que te salgan ricos.

Por último, hacer helados caseros es un planazo. Ya sea solo, con tu pareja, con niños o con amigos, ponerse a experimentar en la cocina y luego disfrutar el resultado bien fresquito es de esos pequeños placeres que suben el ánimo. Y cuando los haces con moldes que ya tienes por casa, la satisfacción es doble.